Esta casa que diseñamos y construimos en La Calera, municipio cercano a Bogotá, representa todo lo que sus propietarios deseaban tener. Respetando los lineamientos que exige el conjunto de casas donde se encuentra ubicada, ésta tiene un carácter único e interesante dado por el volumen y el aprovechamiento de la vista y las condiciones del lugar.
La fachada frontal tiene amplios jardines que hacen que la llegada a la casa sea agradable y se integran con los garajes que están cubiertos y "ocultos" por un muro especial que hace juego con el resto de la casa.
La entrada principal está compuesta por una importante puerta antecedida por un techo en voladizo hecho en concreto a la vista y un jardín lateral parcialmente cubierto por el mismo. En la noche este techo tiene iluminación cálida que se complementa con nichos de luz indirecta en el muro del costado.
La fachada trasera tiene una amplia vista hacia el lindo paisaje del lugar, aprovechado con grandes ventanales que juegan con el volumen de la casa. Un BBQ exterior cubierto por una pérgola se conecta con la cocina y el comedor. La sala y el cuarto principal tienen salida con acceso al jardín.
La sala y el comedor son el eje central de la casa. Con techos de doble altura, son espacios muy amplios que invitan a disfrutar del entorno. El comedor está conectado a la cocina por un mesón que tiene la posibilidad de cerrar o abrir una puerta corrediza superior. Un estudio en el segundo piso también se conecta a través de una ventana interior que se puede abrir o cerrar.
Los muros en concreto a la vista color ocre, son elementos repetitivos manteniendo un mismo lenguaje en toda la casa.
En el hall de entrada se encuentra un jardín interior que acompaña las escaleras que conectan con un descanso en el segundo piso, que a su vez conduce a un puente que lleva al estudio. Las claraboyas en el techo permiten que la luz natural entre, creando espacios claros y frescos.
Los colores neutros utilizados en los muros, contrastan armoniosamente con el color caramelo de la madera utilizada en el piso.
Fotos: Carlos Henao