Esta casa en la montaña cerca a Bogotá, está diseñada y construida para convertirse en parte de ella y para que sus habitantes la disfruten y admiren desde cada rincón.
Las fachadas de la casa están hechas en ladrillo recubierto con pañete mezclado con tierra sacada de la excavación del terreno, que le da un aspecto y color que juegan con el entorno. Las barandas de los balcones y la pérgola de la terraza están hechas en hierro oxidado y la ventanería y carpintería en madera natural.
Elementos en concreto a la vista se destacan y complementan la arquitectura de este proyecto.
Varios bloques componen el volumen de la casa, permitiendo la conformación de balcones y terrazas que permiten el fácil acceso hacia el exterior desde múltiples lugares como la alcoba principal, el comedor, el estudio, las alcobas secundarias e incluso desde un vestier.
La inclinación del terreno fue un factor determinante para desarrollar el diseño de forma armónica con el lugar.
Amplios ventanales integran el interior con el exterior, dan transparencia y luz natural a la casa desde donde se puede admirar la naturaleza que la rodea desde cualquier espacio.
El interior de la casas es totalmente congruente con el exterior, manejando la misma materialidad y concepto. En el segundo piso un puente con barandas en hierro conecta las escaleras con un estudio desde donde se puede disfrutar de la linda vista. Este puente pasa por encima de la sala que tiene techo de doble altura con ventanales de piso a techo, haciendo que todo el espacio se convierta en un elemento que llegó a la montaña sin obstruirla, sino por el contrario para complementarla.
Fotos: Carlos Henao